AméricaEconomía – Córdoba 1918-2018: centenario de una reforma y hoy cumbre ALC-UE

Nota por Héctor Casanueva
Miembro del Consejo Birregional del Foro Académico Permanente de América Latina, el Caribe y la Unión Europea, y del Consejo Chileno de Prospectiva y Estrategia. Profesor de Relaciones Internacionales. Ex embajador de Chile.

 

En marzo de 1918, la juventud universitaria de Córdoba, Argentina, tomó el toro por las astas, y puso en marcha un proceso de demandas ante las autoridades académicas y el gobierno nacional, para conseguir profundas reformas de la universidad. Se hacía eco, así, del creciente malestar del estudiantado con la estructura de poder de la institución, la falta de autonomía, las limitaciones y sesgo de las materias, la anquilosada función docente y la nula participación de los estudiantes. Movimientos similares habían comenzado en las otras universidades argentinas, hubo una Reforma en Buenos Aires en 1906 para la autonomía, la gratuidad y el co-gobierno, e incluso en las de otros países de la región.

Pero fue en Córdoba donde se plasmó orgánicamente el movimiento, adquiriendo resonancia nacional e internacional, pidiendo una reforma “para ponerse a tono con los tiempos”. Se hizo patente con el llamado fundacional del proceso, mediante el documento de la Federación Universitaria de Córdoba publicado el 21 de junio de 1918 en la Gazeta Universitaria, conocido como el “Manifiesto Liminar”, de “la juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sud América”. Dicho texto, luego de una pormenorizada relación de situaciones y reclamos propios de la época, termina diciendo: “La juventud universitaria de Córdoba, por intermedio de su federación, saluda a los compañeros de la América toda y les incita a colaborar en la obra de libertad que inicia”.

Dos son las cuestiones centrales que corresponde destacar del Manifiesto de junio y del decálogo de julio, que tienen plena vigencia en pleno Siglo XXI: una, que los jóvenes de Córdoba buscaban para su época una universidad inclusiva, comprometida con la libertad de pensamiento, al servicio de las realidades sociales y del desarrollo de la ciencia. Y la otra, que su visión trasciende los límites geográficos y nacionalistas, porque piensan en términos universales…

Poco después, generaron un decálogo de peticiones muy concretas y revolucionarias, entre ellas, la libertad de cátedra, ayudas sociales a los estudiantes, participación en el gobierno universitario, la orientación social de la universidad, trasparencia y designación de profesores por concurso y la extensión universitaria. Hicieron, asimismo, el planteamiento germinal de la gratuidad de la enseñanza, que muchos años más tarde, en 1949, quedara consagrada en la Argentina.

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